jueves, agosto 13, 2009
A 9mm de la muerte
Muchos de ustedes me acompañaron de muy cerca durante estos días tan dificiles de mi vida, por lo que me pareció pertinente contarles aquí brevemente que es lo que sucedió hace exactamente una semana.
Me encontraba con un amigo subiendo a mi auto, en una zona bastante residencial de la Ciudad de Buenos Aires. Cuando pongo en marcha el auto, se me cruza una moto adelante e inmediatamente intuí que la cosa no estaba bien; sabía que me iban a robar. Acelero, intento esquivar la moto, cuando miro hacia mi izquierda y veo que una persona apoya un arma 9mm frente al vidrio de mi auto y dispara sin ningún tipo de aviso. Me dio en la rodilla derecha.
Se trato probablemente de una de las tan conocidas "salideras" que se sufren aquí en la Ciudad de Buenos Aires. Los ladrones, al verse en problemas porque mi auto ya estaba en marcha, con los vidrios altos y las puertas trabadas, optaron por escapar y la unica forma de frenarme probablemente haya sido disparando.
A partir de ese momento, sucedieron miles de cosas a una velocidad impresionante. La policía y la ambulancia solo tardaron algunos minutos en llegar al lugar para darme auxilio gracias a la acción de mi amigo y mi hermano que estaba cerca de la zona y acudió inmediatamente. La gente que pasaba por allí se acercó a ayudarme, me hicieron un torniquete en la pierna para que no pierda sangre. Me trajeron agua, y constantemente llamaban al 911 para verificar que la ayuda estaba en camino.
En ningún momento sentí dolor, ni desesperación. Estuve conciente en todo momento y al tanto de todo lo que había que hacer para solucionar la situación con diligencia.
Luego vino la llegada al hospital, interminables estudios (algunos bastante dolorosos) para determinar el daño que había hecho el disparo, y dos operaciones una el mismo dia del incidente y otra dos días después.
La bala quedó alojada en mi pierna, hubo que sacarla en la primer operación, pero no causó daños mayores... no destruyó conexiones nerviosas importantes, no tocó las arterias que pasan por allí y que son vitales para el funcionamiento del cuerpo, no destruyó la rodilla ni los tendones. Tan solo generó una fisura en mi femur, y algunas lesiones musculares menores.
Todos, tanto doctores como amigos y familiares, al ver las heridas de mi pierna, coincidieron que fué una desgracia con suerte. Un milagro, prefiero llamarlo yo; porque estoy absolutamente convencido que la mano de Dios estuvo allí, protegiendome, quitandome el dolor y dandome una calma que jamás pense que sentiría en una situación así. Un milagro, definitivamente.
El Lunes llegué a casa, con internación domiciliaria. Todos los días vienen médicos a controlar mi evolución y me aseguran que dentro de 3 o 4 meses podré volver a caminar con normalidad. Mientras tanto, tengo muchísimos ejercicios que hacer para "despertar" los musculos, y una dura batalla contra el dolor para lograr la flexibilidad original que alguna vez tuve. No es fácil, pero el hecho de que me haya salvado de una situación tan complicada de muerte me hace pensar que esto que viene ahora es simplemente un trámite, una tontería, un pequeño precio que tengo que pagar por una segunda posibilidad de vivir.
Tiendo a pensar que las cosas suceden por algo, y a la distancia veré con claridad de que forma este hecho a incidido en mi vida. Personalmente, tomo todo esto como una increible oportunidad de vivir mi vida de una forma mucho más plena y diferente. Es mi segunda oportunidad y estoy dispuesto a aprovecharla.
La palabra que más pronuncié durante esta semana fué "Gracias". Mi Papa, mi hermano Juan Manuel y mi amigo Demian se turnaron noche a noche para cuidarme en el hospital, sin dormir. Mi Mamá, mi hermana Belen y el amor de mi vida Jésica se encargarón de mimarme y cuidarme durante el día. Mi familia, mis amigos me visitaron y animaron constantemente durante todos estos días. En el Hospital Italiano las enfermeras me trataron con cariño y los médicos hicieron un trabajo escepcional en mi pierna. La gente de la policía, el SAME y el hospital Alvarez me trataron con una delicadeza impresionante durante los minutos posteriores al hecho ese mismo día. Mis compañeros de trabajo en la editorial y en Paginar se solidarizaron conmigo y con mi familia de una forma que no puedo explicar. Todos ustedes me brindaron su apoyo y buena onda vía Twitter y Facebook. Es por eso que me siento realmente muy querido y muy acompañado por todos, tengo muchas ganas de recuperarme rápido y tener muchas oportunidades de devolverles a cada uno de ustedes el amor depositado en mí.
Ahora estoy volviendo poco a poco a la actividad, mi tez es todavía un poco pálida y mis fuerzas aún no estan al 100%. Tenganme un poco de paciencia, espero poder volver a grabar el Semanario la semana próxima si Dios quiere (tengo que acostumbrarme a las muletas!).
Les mando un abrazo muy grande a todos, los llevo en mi corazón siempre.
Facundo