Hoy miraba a un chico intentando aprender a andar en bicicleta, tambaleando, pedaleando con muchísima cautela. Y pensé para mi mismo "pedaleando tan despacito siempre le va a costar dominar el equilibrio". Y es que para hacer equilibrio en la bici, hay que animarse a pedalear con ímpetu. Una vez que te animas, y descubrís que funciona, desarrollaste la destreza.
La misma máxima se puede aplicar a todas las situaciones de la vida en las que tenemos miedo de "dar el paso". Si desarrollamos la destreza, cada paso hacia la incertidumbre nos resultará menos temeroso.
Por eso, animarse es una destreza. Cuanto más la ejercitamos, mayores son las experiencias, y más crecemos. A no olvidar!