Definamos experiencia como la percepción del otro al entrar en contacto con nuestro producto.
Esta definición (simplista) varía según el contexto de lo que estemos produciendo, lógicamente. Por ejemplo, en un sitio Web, la experiencia tiene que ver con los contenidos, la estética y la navegabilidad de las secciones. En Social Media, la experiencia es todo acerca de contenidos e interacción. En un videojuego, la experiencia es lo que siente el jugador en cada momento del juego. En una aplicación, la experiencia es acerca de optimización de procesos y productividad. Entonces, si sabemos que nuestro trabajo tiene un impacto en los hábitos de los demás, ¡tener en cuenta la experiencia debería ser nuestro foco fundamental!
Una buena experiencia de uso, es un producto que acompaña los hábitos positivos de un usuario. Cuando la experiencia va en la dirección contraria, genera frustración y rechazo. Mi consejo fundamental en éste aspecto es entender que la experiencia no es cuestión de "estimar", sino justamente de "experimentar". Eso significa que nosotros podemos suponer todo lo que queramos, pero lo único que nos va a definir el éxito o fracaso de ese banner en un sitio Web o de ese botón en tu aplicación es aprender por medio del estudio de los hábitos de los usuarios y de la experimentación en si misma. Planificá en base a eso.
Entonces, testeá, optimizá, aprendé acerca de las costumbres de tus usuarios y volvé a optimizar... Vos sos el responsable de definir el limite de lo mejorable en tus proyectos. Poné la experiencia al frente en tu listado de prioridades, y vas a ver como el resto de tus objetivos se alcanzan solos.
