miércoles, octubre 06, 2010

En la era de lo gratuito, el pedestal es tu única opción.


Con la aparición de Internet, surge un fenómeno bastante particular y desafiante para aquellos que nos dedicamos a "crear" productos/proyectos de cualquier índole. El fenómeno en cuestión, es el maldito fantasma del "Ya está todo inventado". Todo lo que a vos se te ocurre, probablemente ya se le ocurrió a un pelirrojo veinteañero que vive en Londres, en Copenhague, o en Tokio. ¿A quien no le paso? Tener una gran idea para un blog, una aplicación móvil, una película o una novela, ponerse a indagar y descubrir que alguien, del otro lado del planeta, ya lo hizo.

El tema, como si no fuera lo suficientemente grave, se pone un poco más desalentador. La masificación de la red de redes inaugura, además de la era de la comunicación (el poder en manos de los usuarios y la mar en coche), la era de la "gratuidad". Mientras algunos ofrecen algo a cambio de un precio, muchos otros ofrecen el mismo producto/servicio de forma totalmente gratuita. Y los usuarios, cada vez nos estamos acostumbrando más a que las cosas sean gratis. Legalmente o no, tenemos la posibilidad de acceder a servicios como el e-mail, las llamadas telefónicas, las películas, los libros y la música de forma totalmente gratuita.

El desafío para los creadores entonces, tiene dos caras: mantener el entusiasmo mientras se nada en un mar de dulce de leche, y al mismo tiempo, tener la creatividad suficiente para definir el diferencial que potencialmente hará que tu creación tenga chances de cumplir con tus objetivos. Y éste último tema en particular, creo que está obligando a los grandes cráneos del mundo a funcionar un poquito más a presión que lo de costumbre y generar cosas interesantes como ésta, ésta, ésta o ésta. Y lo que al principio de éste artículo parecía desalentador, ahora es sumamente motivante.

En conclusión, en la era de la "gratuidad", el pedestal (ese diferencial, creativo o funcional) al que te puedas subir es probablemente la mejor chance de éxito que tengas para mostrar lo que haces al mundo, y que el mundo te mime. Créanme que vale la pena el esfuerzo, y los dejo con un consejo final: estar constantemente atentos a las genialidades ajenas es la mejor forma de alimentar la llama interna. ¡A crear!