Cuando tenía unos 9 o 10 años, mi sueño era ser un científico químico. ¿La razón? un juego de set de química llamado "Chemical" que incluía un montón de materiales (mechero, tubos de ensayo, microscopio y un montón de polvos para mezclar) para hacer toda clase de experimentos. Todo venía con un largo manual que jamás en mi vida leí; disfrutaba mucho más experimentando en la improvisación.
Tenía un cuartito en la terraza de casa exclusivamente dedicado a mis experimentos químicos. Allí realizaba toda clase de logros como por ejemplo:
- ¡Mezclar el sufato de no se que cosa con el azufre y el fosforato de no se que otra y hacer que salga humo blanco del tubo de ensayo!
- Fabricar un líquido violeta que tenía olor rico (perfume que mancha, le decía).
- Cambiar el color de la piel de grillos, cucharachas y otra clase de bichos que eran eliminados por medio de mis compuestos químicos.
También me sacaba mocos, pelos, uñas y los miraba en el microscópio; descubría en ellos un universo de formas extrañas. Recuerdo que iba casi todas las semanas a la farmacia a comprar tubos de ensayo y el farmacéutico me miraba con cara rara porque no sabía para que los usaba. ¡Que época fascinante!
