Dos reflexiones de última hora acerca de la muerte de Aaron Swartz.
La primera, en relación a la inmensa cantidad de comentarios del tipo "oh bueno, no era una mente tan brillante después de todo", o "Dios lo perdone por lo que hizo" que leí en foros y redes sociales. A ellos, simplemente pedirles que no se resistan al pensamiento, e investiguen un poco quien era el pibe y cuales fueron las condiciones que terminaron en tan trágico final. Mi amigo Sebastián Tedesco resume en Facebook ésta situación impecablemente:
"Al flaco lo estaban sentenciando a muchos años de cárcel por un crimen sin víctimas y donde los damnificados no querían proseguir pero los fiscales para mostrar un castigo ejemplar en una cuestión política lo quisieron llevar hasta las últimas consecuencias."
Lo cual me lleva a la segunda reflexión: ¿Cuanta gente disfruta de una Internet, libre y abierta tal cual es ahora, gracias a que pibes como Aaron se animaron a dar un paso más? ¿Y cuanta gente sabe acerca de la cantidad de amenazas que hay en contra de ésta libertad de comunicación y expresión? ¿Valoramos esta maravillosa realidad, o nuestra coraza sensitiva también nos hace olvidar de esto?
La muerte de Aaron me parece una muestra más de la lamentable máquina de triturar carne que funciona y se alimenta generalmente, de las mentes más brillantes.
Solo eso, ya hay demasiado escrito al respecto. Que en paz descanse su alma.